lunes, 22 de febrero de 2010

No sos nada

tu padre y tu madre han repetido hasta el hartazgo:

“no sos nada”

y las palabras han caído en tu boca
en tus bolsillos como pesados corazones de cal y cemento
haciendo del camino un largo y único color

“no sos nada”

y uno empuja
mueve los brazos, desesperados, en círculos
brazadas en el aire
brazadas en el desierto
para abrirse paso
para estirar los conceptos
que, represores, dictan todo desde su olimpo
y nada
el mundo repite:

“no sos nada”

y la voz retumba como un nombre
como el verdadero nombre
porque el otro
el que llaman auténtico
es una mentira
una excusa para tapar lo que realmente se impone

los padres nunca en verdad nombran a sus hijos
porque repiten:

“no sos nada”

luego crecemos
nos hacemos
nos rehacemos
compaginamos el deseo, la pereza y el dolor
pero la voz perdura
regenerándose, volviéndose humo
daño
hogar
y se hace tan general
tan implícita
que nadie puede escapar
a su discurso
por eso
aquí
en esta hora
que no sé qué es
digo lo que no se puede decir

sólo estoy tratando de salvar el día...